La única generalización posible -no es mío; traduzco
el sabor a pepitas de ponche de tus labios- es nuestro yo sin lindes...
Mira sino ahora el viento como un ángel crugiente que desmenuza el polvo
que ha dejado de ser piedra y de ser templo.
Así nosotros
-proceso derramable del amor, seres que avanzan enhebrando anhelos-
sentimos que algo hay de pureza huída
en este monasterio que se ríe de los años
(muestra una dentadura de columnas y arcos
que recuerdan
que la alegría sostiene el tejado de la vida).
Entro contigo a mi alma atravesando el pórtico
para observar la piedra y recordar que el tiempo
firma en la piel de todo
aunque lo perdurable celebra cada hoy.
Así nosotros.
La sombra de los pájaros que sobrevuelan laudos, monasterios, recuerdos,
gestaciones, promesas de aunada infinitud
son inquietantes puntos y aparte que hay que tachar del modo
en que la luz del alba avanza borrando estrellas...
La única generalización factible, amor, es este santuario;
es este ayer eterno.
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